El hombre se realiza a sí mismo en la medida en que se trasciende: al servicio de una causa o en el amor a otra persona. El hombre sólo es plenamente él mismo cuando se pasa por alto y se olvida de sí. El primer aspecto de esta auto trascendencia es la búsqueda y alcance de un sentido. Pero actualmente podemos observar la constante frustración a la que está sometido este deseo de sentido: vemos cómo nace el «vacío existencial».
En este vacío existencial prolifera la libido sexual. Y sólo de este modo se puede explicar la inflación sexual que se ha producido en nuestro tiempo. Como toda inflación, incluida la del mercado de dinero, conduce a una devaluación. La sexualidad se va desvalorizando en el curso de la inflación sexual a medida que se deshumaniza.
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